‘Fiestas patronales’, por Aída Giménez

Fuego de asado

La fiesta patronal de San Roque, a la colonia, le otorga una motivación especial.

Meses antes empiezan las reuniones para planear qué se va a hacer, dónde se harán las compras (a consignación), quiénes serán los encargados de las parrillas, las rifas y lo más importante…del baile.

En una de esas reuniones, un vecino ofreció llevar su freezer en préstamo, aclarando que “…todo sea para ofrendar a mi Santito…”

El día del Santo Patrono, temprano por la mañana se celebraba la misa. Los que tenían que tenían que pagar alguna promesa llegaban con ofrendas, trenzas que eran cortadas en la capilla, cruces con flores, alguna mantita de niño, velo de novia…

A un costado de la capilla, se armaban los asadores y se improvisaba la cantina con mostrador de tablones y separadores de tacuaras.

Ya al mediodía los chorizos crujían en la parrilla.

Vinos y cervezas comenzaban a venderse con la amable sonrisa del dueño del freezer.

Los adultos comían y bebían, mientras los chicos jugaban a la pelota.

Entre el calor, el alcohol y la larga tarde, algunos de los asistentes se recostaban en el pasto a descansar antes del baile.

Entrada la noche, se preparaba la pista de baile en la “canchita”, se colocaban más chorizos en la parrilla y en otra cantina, asado y pollos.

Asistía gente del pueblo, por lo que constituía el mayor acontecimiento social del año.

Entre danzas, comida y vino, no se percataron que alguien robó unos cuantos chorizos. Cuando el parrillero notó la falta, envalentonado por el vino y viejas cuestiones, increpó al dueño del freezer “…que seguro fuiste vos, para darle a tu gurisada…” a lo que este le respondió “mejor que antes de acusar me pagués los vinos que te llevaste”. Así acusaciones de vieja data que iban y venían, el cantinero también alcoholizado, exigía, golpeando la tabla del mostrador-¡…que a mi pagan el alquiler del freezer…!- olvidando “que era una ofrenda para el santito”. No terminaba la discusión entre parrillero y cantinero, cuando, como un remolino vestido de rojo entró a la pista, una recién llegada y sin mediar palabras, arrastró de los pelos a la mujer que bailaba con su “ex”.

Todos los concurrentes tratando de separar a las mujeres y en eso, la “ex” tomando un cuchillo, entre amenazas, corrió picada abajo al “traidor”, que no regresó al lugar.

Se tranquilizaron los ánimos, continuó el baile, y el cantinero que insistía cuando más bebía- ¡Qué a mi me pagan el alquiler del freezer!” mientras el parrillero blandiendo el dedo índice, y entrecerrados los ojos, sentenciaba “…ya te via agarrá mañana…”.

Aída Ofelia Giménez

En: ‘Teyú Cuaré: Sonata en sol mayor y verde intenso’
Ediciones Misioneras. Posadas Mnes. 2012
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