
Internet como oportunidad y un desafío.
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Para los niños, niñas y adolescentes, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) son el recurso más utilizado para interactuar entre ellos y el mundo, por eso se les llama “nativos digitales“. No podemos negar que el uso de la tecnología modifica las maneras de acceder al aprendizaje. La mayoría de los niños, niñas y adolescentes tienen los más modernos dispositivos (sobre todo los llamados teléfonos inteligentes) al alcance de la mano y los usan a cada momento. Aprenden viendo tutoriales, buscan la información que requieren en la web, hacen las tareas vía mensajería instantánea o investigan temáticas a través de foros. Tanto internet como las redes sociales pueden ser maravillosas herramientas para la realización de los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Como padres, madres y tutores, es una oportunidad y un desafío acompañarlos en este camino de aprendizaje. Conversar con ellos sobre el uso responsable de la web es el punto de partida para eso. El universo al alcance de un dedo: Una biblioteca, una sala de juegos, un lugar de encuentro, un canal de comunicación, un espacio de expresión, un museo, un viaje. Todo eso es internet. Con un clic, encontramos diversión, vida social, información, arte o lo que se nos pueda ocurrir. Algunos autores de investigaciones destacados en UNICEF (2017) detallan tres formas de riesgo de contenido, contacto y de conducta. El primero es cuando un niño está expuesto a un contenido no deseado e inapropiado. Esto puede incluir imágenes sexuales, pornográficas y violentas; algunas formas de publicidad; material racista, discriminatorio o de odio; y sitios web que defienden conductas poco saludables o peligrosas, como autolesiones, suicidio y anorexia. El riesgo de contacto cuando un niño participa en una comunicación arriesgada, como por ejemplo con un adulto que busca contacto inapropiado o se dirige a un niño para fines sexuales, o con personas que intentan radicalizar a un niño o persuadirlo para que participe en conductas poco saludables o peligrosas.
El último es el riesgo de conducta es cuando un niño se comporta de una manera que contribuye a que se produzca un contenido o contacto riesgoso. Esto puede incluir que los niños escriban o elaboren materiales odiosos sobre otros niños, inciten al racismo o publiquen o distribuyan imágenes sexuales, incluido el material que ellos mismos produjeron. Es preciso contemplar estos riesgos dentro de su contexto. Todos los niños hacen frente a la posibilidad de sufrir daños como resultado de las tecnologías de internet. Pero para la mayoría de los niños, esta posibilidad sigue siendo eso, una posibilidad. Comprender por qué el riesgo se traduce en daño real para ciertos niños, y no para otros, es crucial. Nos abre los ojos a las vulnerabilidades subyacentes en la vida del niño que pueden ponerlo en mayor situación de riesgo. Al comprender y abordar estas vulnerabilidades, podemos proteger mejor a los niños tanto en línea como fuera de línea, y facilitar que disfruten de las oportunidades que surgen al estar conectados en un mundo digital.
Por Lic. en Psicología Agustina Fernandez
(RIE)
