¿Por qué no nos agradan las matemáticas?

¿Por qué no nos agradan las matemáticas?

¿Por qué no nos agradan las matemáticas?

Hay niños que sienten alegría al momento de las clases y las actividades matemáticas, pero hay otros que no tanto, e incluso lo contrario. Esto no escapa al mundo adulto, ni a ningún rango etario. Podríamos partir entonces, de la pregunta ¿Por qué no nos agradan las matemáticas?
Si bien los docentes poseen formación académica para poder enseñar, lo cierto es que los métodos utilizados varían, y además, no todos los alumnos aprenden de la misma manera. Más allá de la heterogeneidad, de la cual somos conscientes actualmente en función a los estudiantes, lo que cabe resaltar es que a muchos niños y adolescentes les resulta difícil entender matemáticas. En referencia a los más pequeños, es prudente hacer hincapié en que el conteo memorístico no implica necesariamente la adquisición de la noción de número, sino que todo ello conlleva procesos que se dan paulatinamente desde el nacimiento.
Los alumnos requieren aprender, por ejemplo, a clasificar, a seriar, nociones de espacio (arriba, abajo, detrás, delante, al costado, etc.), a reconocer cantidades dentro y fuera de un conjunto. La noción de tiempo se adquiere alrededor de los 7 años, dado que es un concepto más complejo, una abstracción creada por el hombre y más difícil de incorporar. Por ende, muchas veces vemos a niños que no logran realizar actividades matemáticas de forma correcta, ya que aún no han podido apropiarse de determinadas concepciones. Esto no significa que el niño no va a aprender, puede tratarse simplemente, de una parte del proceso al cual no accede por cuestiones evolutivas.
A medida que avanzan los años, las dificultades van variando, pero la principal es el hecho de que las personas no logran comprender los procedimientos de las operaciones, lo cual provoca frustración y posteriormente, desagrado por las matemáticas. Ante esta problemática, es necesaria la intervención por parte del docente para brindar explicaciones nuevamente, analizando en dónde se halla el contenido que le resulta perplejo al estudiante, e implementar distintas estrategias, en el caso de ser requeridas.
¿Cómo lograr que este aprendizaje tenga otra connotación?
Con los más pequeños, a través de juegos, manipulando objetos concretos (aquellos que se puedan tocar, como palitos, pelotas, tapitas, plastilinas, etc.), y actividades que involucren directamente al cuerpo del niño, por ello son tan importantes las clases de educación física, integradas con otras asignaturas, en las instituciones educativas. Los niños necesitan vincularse con su propio cuerpo, luego con éste y los objetos para finalmente, lograr establecer relaciones entre los elementos.
Así mismo, los juegos reglados son propios de la etapa en la que ingresan a la escuela primaria, es decir, desde los 6 años aproximadamente, y son una buena estrategia para trabajar matemáticas, como ser: el juego de la oca, rayuelas o un bowling en el que deban tirar latas y sumar puntos para su equipo, respetando los turnos. La etapa siguiente en el juego, es la de aquellos que son denominados didácticos. Con ellos es posible proponer actividades novedosas, e incluso concursos en los que los adolescentes se diviertan jugando en pequeños o grandes grupos.
Lo es imprescindible es estar atentos, como educadores y/o padres, a las necesidades y aprendizajes de los niños y adolescentes, a fin de acompañarlos en sus procesos de construcción y apropiación de conocimientos, para evitar caer en el engorro o en frustraciones en torno a los saberes.
 (Valeria Claudino)

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