“Tejiendo ideas”

“Tejiendo ideas”

Continuamos difundiendo autoras de Misiones, miembros de SADEM

Hoy Laura Montenegro

TEJIENDO IDEAS

Tengo que escribir, pero no sé sobre qué. Tengo tantas ideas en la cabeza que no sé por dónde empezar…

-Dale Ana, no me vengas con ese chamuyo de siempre. Solo excusas para postergar eternamente la escritura.

-¡Ya sé! Voy a escribir sobre los alumnos rurales que tanto amo.

-O podés escribir sobre la historia de nuestros padres, ahí tenés una saga jajajaja

-Liza ¡no seas mala! Estaba pensando que también podría escribir ese libro soñado sobre la oralidad en el norte, las canciones, las coplas.

-Si eso implica que al fin te saques de encima toda esa sarta de papeles que venís carreando desde hace un decenio, ¡metele!

-Lo que pasa es que la escritura es tan sagrada para mí. Yo soy muy crítica, no me gusta leer burradas y tampoco me gustaría escribirlas…

-Así no vas a empezar nunca. La perfección no existe. Pensá en todas esas noches que no dormiste porque te estabas imaginando un cuento.

-Ah sí, y una vez me reí toda la madrugada y lo desperté al Toro. Asustado me miraba. No pasa nada le dije. Estaba soñando.

-¿Ese donde te volviste loca?

-Es que en cuarentena nos fuimos con los chicos a la casa de mi suegra al interior, yo siempre la admiraba, la quiero mucho y me divertía visitarla cada tanto unos minutos en su casa de crochet, de Jesuses, biblias y rosarios, plantas y fotos de gente que no conozco, pero nunca me tocó tener que pasar una semana allí con ella.

Una tarde me levanté de la siesta, Toro había salido y los chicos no estaban. Le pregunté por ellos a la doña y ella con una risita socarrona que no le conocía me dice “salieron a caminar porque no hay wifi acá” yo no le creí una palabra, porque los chicos jamás saldrían sin pedirme permiso. Entonces empecé a buscarlos por la casa disimuladamente, fui a la pieza de las visitas y estaban sus calzados tirados y los bolsos removidos, después al lavadero y había marcas de pisadas. Los busqué por el patio y casi quedé loca. ¡Me podés decir para qué tiene tantas plantas esa mujer! Mandiocas, maracuyá, café, decime ¡¿quién planta café?! y montones de cosas raras desde espadas de San Jorge, y esas orquídeas que ella cuida…Salí urgente de ahí y empecé a buscarlos en la cocina, ¿viste cómo son esas abuelas de antes?, les enchufan comida a los chicos, mezclan palta con dulce de leche casero al reviro con huevos fritos.

Y no los encontraba. Empecé a desesperarme y fui a su habitación, ¡seguro que los tenía encerrados en algún lado! y la cuestión es que me enrollé entre sus cortinas de crochet y me caí sobre su cama de crochet, después agarré una aguja de tejer grandota que encontré, como para defenderme si ella me encontraba. Me escondí debajo de su cama. Al instante ella entró con un candelabro y yo me dije, seguro algún hechizo va a hacer. Pero no. Se puso a rezar el rosario de la tarde, por eso traía la vela para las 35 estampitas y estatuas de santos que tenía en la pieza. Me tuve que bancar todo eso y después se fue, derecho a la cocina y agarró un cuchillo.

Seguro que me vio pensé yo, entonces me fui rápido a la sala a esconderme atrás de los sillones de crochet y ahí ¡vi algo que no vas a creer! No se a qué Dios le reza ella, pero había libros que decían “La biblia del tejido” “La Biblia del crochet” y ya no pude más. Fui a encararle con la aguja gigante y unos hilos que encontré: ¡Aracne malvada! ¡Decime dónde están mis hijos! y me fui corriendo hacia ella. Mis dedos de los pies se engancharon con la alfombra de crochet y me caí como una bolsa al suelo. En eso entra el Toro con los chicos muy felices con una pelota.

Me miraron asustados ¿todo bien má? Yo miro a mi suegra y ella se reía de mí, mientras cortaba una sandía y guardaba en la heladera para postre de la cena.

-No podés boluda!

-Tenés razón. Le falta el lenguaje inclusivo. Así no lo va a leer nadie. Ahora está mal no hablar y escribir en inclusive.

-Sabés que es todo un tema. ¿Por qué a todas las palabras le tienen que cambiar de género?

-Y no sé, como todavía no hay nada definido. Yo les cambiaría solo a los sustantivos que implican personas, no me pondría a pelear con el teclado y el autocorrector o el idioma incluso.

-¿Vos decís porque suena medio francés el lenguaje inclusivo? Amigue, todavía no escribiste nade bolude deje de der vueltes.

– No pega. ¿Ves? Mejor digo amigue no escribí nada.

-Pero si escribís en inclusivo no le van a dejar a los chiques que lean en la escuela.

-Yo escribo porque se me canta. No me importa lo que pasa después. Eso es tema de otros, otras, otres.

-¿Viste que quieren traducir el Martin Fierro a inclusivo?

-Ay no. Decime para qué? A veces pienso que hay gente que tiene tanto tiempo de ocio como la época de Sor Juana. Por qué no le dejan en paz a esa obra literaria. A mí no me va a gustar que cambien mis textos si los escribí en inclusivo, son otras épocas. Otras historias. ¡Qué al pedo que está la gente!.

-Uh las 16 horas. Tenho minhas aulas de portugués por Zoom. Vou te deijando. Beijos.

No pude escribir nada! Bua. Algo se me va a ocurrir…ya vendrán las musas…

CONTINUARÁ…

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