“7 de cada 10 niños están en situación de pobreza y no podemos permanecer indiferentes”

“7 de cada 10 niños están en situación de pobreza y no podemos permanecer indiferentes”

Desde Prisma fuimos a entrevistar al Padre Alberto Barros de la diócesis de Posadas, quien está a cargo de “Cáritas diocesana” en Posadas porque nos preocupa el aumento de la pobreza infantil en nuestro país y queríamos conocer su punto de vista como uno de los referentes de uno de los sectores que más trabaja con los humildes, como lo es la iglesia.

Aprovechamos la ocasión para preguntarle sobre él y conocerlo un poco más.

 

P: Cuéntenos de usted, de su infancia. ¿A qué jugaba cuando era chico?

PB: “Nací el 12 de junio de 1961en la Capital Federal hoy C.A.B.A y viví siempre en la casa paterna (hasta que me fui de ahí), ubicada en la localidad de Florida, Vicente López, Zona Norte del Gran Buenos Aires, pegadito, a Capital Federal.

Mi infancia fue muy normal, hice mi escuela primaria en el colegio parroquial de la zona a dos cuadras de la casa paterna en colegio Ceferino Namuncurá en la Parroquia Nuestra Señora de la Guardia, una infancia normal, como todos los chicos de la época.

Obviamente no había, ni celulares, ni computadoras, ni esta tecnología, así que nuestra vida era el colegio, estudiar a la tarde, hacer los deberes en casa. Tengo hermanos menores que yo, una hermana, un hermano y bueno con mis padres, compartíamos una vida sencilla, una familia de clase media, como todas las familias de la zona. Y después compartir con los chicos del barrio, salir a la tarde a jugar la pelota, a compartir algún juego de los típicos de la época, todo muy sano, muy normales. Una vida sin nada en especial, pero muy linda, muy amena con obviamente sus momentos lindos, a veces no tan lindos.

Nuestros programas preferidos, los pocos canales que había en la tele, solíamos mirar, con mis hermanos, las series de la época, El zorro, Los tres chiflados, Titanes en el ring, con la televisión blanco y negro. Luego en el mundial del 78´ vino el color que fue un gran acontecimiento.”

 

P: ¿Y la secundaria? ¿Cómo se divertían los adolescentes?

PB: “El secundario lo hice en el Liceo militar, General San Martin (1974-1978) en el municipio vecino, a donde estaba la casa paterna. Era una época, muy difícil para Argentina, muy compleja con mucha violencia, muy, muy difícil, bueno mi secundario, lo hice esa época. Egresé del Liceo en 1978, como Bachiller, y en cuanto a lo militar con el Grado de subteniente de la Reserva.”

 

“Después comencé a estudiar abogacía. (Mi madre era abogada. Mi padre, Contador Público). Empecé a estudiar abogacía por una inquietud, por un mundo más justo donde se pudiera cuidar especialmente, a los más pobres.

Durante mi secundario, era muy común entre el grupo de amigos, de amigas, viviendo lo normal de la adolescencia de esa época. Era juntarnos para salir a comer algo, a bailar toda una manera muy, muy sana.

Pero también, en toda esa recreación linda de la adolescencia de esa época, también, era muy propio entre nosotros el diálogo de qué íbamos a hacer después del secundario, para darle sentido a nuestra vida. Era muy fuerte en esa época por lo, menos en los ambientes donde yo me movía, que los adolescentes nos preguntamos qué íbamos hacer por los demás.

No nos entraba en la cabeza una vida superficial, mediocre gastada en lo superficial, si no que nos cuestionábamos seriamente a veces, de manera muy idealizada por supuesto como es lo propio de la adolescencia. Pero teníamos sueños, teníamos ideales, teníamos muchas ganas de hacer algo para que nuestro mundo sea mejor, queríamos transformar el mundo, y de ahí venía el  planteo de la preocupación por la justicia, la preocupación por la dignidad de los más pobres, de los últimos, la rebelión ante todo lo que sonara a injusticia ante todo lo que sonara a aprovechamiento de los últimos, de los más pobres, en función de los más poderosos bueno, eso era parte de nuestros diálogos.

Pensando en nuestro cuarto, quinto año qué vamos a hacer. Siempre en función de trabajar por un mundo más justo más, solidario, enfrentando a las injusticias. Algunos decían “yo quiero ser médico para ocuparme de los que menos ocupan en el tema la salud” otro decía “yo quiero ser agrónomo, me voy a ir al interior del país a trabajar en las zonas rurales, y ahí fue prendiendo en mí el tema del sacerdocio como una posibilidad, si bien empecé estudiar abogacía al terminar quinto año en la Universidad de Belgrano, donde había estudiado mi mamá, ya estaba el planteo de la vocación sacerdotal, ¿no?

P: Y fue así que se decidió por el sacerdocio

PB: “El tema de la abogacía, era por el tema de la justicia, no se bueno de una manera muy idealizada, me veía abogado, trabajando por la justicia, defendiendo a los últimos, pero ya en el final del secundario iba viendo que algo había por el lado sacerdotal. No había ninguna revelación especial, ninguna cosa extraordinaria, todo se iba dando así, naturalmente un Dios que iba guiando esa reflexión a través de los hechos, de lo cotidiano.

El sacerdote de la parroquia del barrio, era un sacerdote muy comprometido con la cuestión social, muy presente en el ámbito de la periferia, de los más pobres, un sacerdote que para la época estaba muy adelantado una mente muy abierta, recibía a todos en la parroquia sin ningún tipo de dificultad, un hombre muy cercano a los pobres.

De alguna manera en la década del ´70 este cura ya se adelantaba a lo que hoy planteaba, y plantea el Papa Francisco: una iglesia pobre para los pobres, una iglesia de puertas abiertas que recibía a todos y no excluía a nadie, una Iglesia en salida hacia las periferias geográficas existenciales, de amor compasivo al estilo de Jesús…

El Papa que nos vuelve a insistir en este regresar a la auténtica personalidad y acción de Jesús, El Hijo de Dios, hecho hombre que vive amando compasivamente, a todos ser humano, a todos sin excepción de modo particular, a los más pobres, débiles y sufrientes, bueno eso yo lo veía en el cura de la parroquia del barrio.

Y bueno eso también, me fue ayudando a discernir la vocación sacerdotal.

Dejé abogacía y en 1980 entré al seminario de San Isidro que era la diócesis que pertenecía al barrio donde vivía. (…)*

 

P: ¿Y ahora vemos eso en la sociedad de preocuparse por los más débiles?

PB: “La fe se va deteriorando en los ambientes más individualistas, más egoístas, que solo piensan en el propio bienestar. Ese es el peligro de nuestra sociedad, porque estamos en esa batalla cultural; entre una imposición que nos quieren meter desde arriba con un proyecto de país pensado para unos pocos, donde la transferencia de recursos se está haciendo para beneficiar a una pequeña minoría privilegiada en detrimento de una mayoría cada vez más empobrecida: lo importante soy yo, mis logros lo mío. No me importa si el otro se muere de hambre, si el otro sufre, no interesa, bueno ¡eso es atroz! El individualismo es lo peor que nos puede pasar porque es profundamente inhumano. Estamos llamados a compartir la vida con los demás no a vivir la vida de manera egoísta, el individualismo es anti religioso porque Dios nos hace comunidad, nos hace familia, preocupándonos de los otros.

El individualismo es elitista, lo importante soy yo, no interesa lo demás. Lo otro no es importante, no interesa. Este individualismo que nos quieren vender como valor cuando en realidad es una enfermedad, un pecado. Y ese individualismo crea una sociedad con privilegios para unos[BA1]  pocos en detrimento de pobres cada vez más pobres, jubilados que hoy son pobres, una clase cada vez más empobrecida, gente con trabajo formal pero que es pobre. Una sociedad con aumento de la pobreza escandaloso, si bien veníamos mal, hoy estamos mucho peor, con un 55% de argentinos en situación de pobreza. 7 de cada 10 niños está en situación de pobreza, un millón de chicos nos dice UNICEF, no comen una vez por día, se tienen que ir a dormir con hambre, es una situación escandalosa, indignante, y dolorosa, y no podemos permanecer indiferentes. No es el país que en la iglesia queremos, no es el país que deseamos. Donde se beneficia un pequeño sector minoritario nacional y extranjero. Por eso desde la iglesia queremos rescatar lo más propio de la identidad argentina y latinoamericana, un pueblo profundamente creyente, el catolicismo popular tiene que ser el antídoto ante este individualismo que nos destruye como sociedad, nos destruye como nación, nos destruye como familia, como pueblo. También como sacerdote me enamora esta religiosidad popular de nuestro pueblo que siempre tiene a la solidaridad, lo comunitario como un elemento esencial.

Hoy donde se pone la sospecha sobre todo lo que es comunitario como si fuera algo malo, no, esto es lo verdadero, lo profundamente humano, porque no todos nacemos con las mismas posibilidades en la vida. Muchos comienzan la vida desde atrás, porque nacen en lugares de pobreza, marginales, no pueden comer bien, no pueden tener una buena educación, entonces el individualismo condena a los que no tienen las mismas posibilidades que otros, a vivir en el descarte, de los que no sirven, los que están afuera.

Una sociedad madura, profundamente humana, no puede permitir eso por eso el estado tiene que estar presente. La sociedad tiene que estar presente para ayudar a los que no tienen las mismas herramientas que otros.”

Tenemos que generar más que nunca ámbitos comunitarios, en los barrios, las escuelas, los comedores, el club, para que los chicos puedan hacer deporte, las iglesias. Más que nunca tenemos que luchar este proyecto de sociedad, de país, que enraíza en los grandes valores, de la solidaridad, fraternidad, del amor compasivo, todos tenemos una responsabilidad ante este desafío.

También como parte de esta pobreza creciente, obviamente, crece también el consumo problemático y de alcohol, de droga, el juego, otros tipos de adicciones. Momentos duros del crecimiento de pobreza donde hay crecimiento de la angustia, la tristeza, la desesperanza, crece proporcionalmente la búsqueda de situaciones adictivas.

En las zonas más pobres, la adicción es una forma de escapar al dolor del momento presente, sienten que no hay esperanza, no hay futuro…Me evado a través de situaciones de adicción, alcohol, droga.

En los lugares más pudientes, la adicción tiene que ver con el vacío existencial, con vidas egoístas, avaras, superficiales, que no le encuentran el sentido al vivir. La droga, el alcohol, otros tipos de adicciones, buscan tapar esos profundos vacíos e insatisfacciones.

Las adicciones atraviesan a todas las clases sociales, lastiman de un modo particular a los sectores más pobres. También como iglesia tenemos que estar acompañando ahí.”

 

P: Denos un mensaje para la sociedad:

PB: “No hay que perder la esperanza” estos son tiempos difíciles, de luchas, esfuerzos. Volvamos a nuestras raíces solidarias fraternas.”

 

*Más info: Sus actividades en Posadas

PB: “El obispo Martínez me invitó a venir a esta diócesis. Ahí me trasladé en 2001 a Posadas. Estuve en la Parroquia Inmaculada Concepción, en la Parroquia San Antonio que incluía Santa Rita, luego en la Catedral San José y también ahí abrimos una casa para gente en situación de calle, primero para varones, después para mujeres, una tercera casa para chicos en situación de calle y adolescentes.

Estando en la Catedral, aquí en Posadas, con la municipalidad, en conjunto abrimos la primera casa para víctimas de violencia de género que funcionaba ahí sobre la calle Gral. Paz. Después (hace 12 años) el obispo me pidió que viniera a la Parroquia Sagrada Familia y al mismo tiempo me nombró a cargo de “Cáritas diocesana”. Estando en Sagrada Familia también abrimos una casa en conjunto con la línea 137 para mujeres víctimas de violencia de género hasta que la línea tuvo su propia casa. Siempre traté de vivir el sacerdocio en esta línea de cercanía con los últimos.

Valoro mucho la fe de nuestro pueblo. Nuestro pueblo sencillo tiene una fe muy linda que llamamos catolicismo popular. Yo valoro mucho esa fe por eso no creo mucho en eso que la gente cree cada vez menos o se va de la iglesia. No. No es así. Hay una fe profunda en nuestro pueblo. Tal vez no va todos los domingos a misa, sino va a ocasiones especiales, Pascuas, fiestas patronales, pero se sienten parte de la iglesia y viven su fe con un estilo propio latinoamericano.”

Muchas gracias por su tiempo Padre.

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