
“El influencer de Dios”
Carlo Acutis vino al mundo el 3 de mayo de 1991 en Londres, pero no tardó mucho en mudarse con sus papás (Su mamá, Antonia Salzano y su padre, Andrea Acutis) a Milán, Italia. Salzano cuenta que de chico hacía videos caseros al estilo Star Wars con sus gatos y perros, poniéndoles voces inventadas. Se comportaba como cualquier otro chico normal de su edad, sin saber que años después sería recordado por cosas mucho más grandes.
A los siete años, después de tener su primera comunión, se mostró bastante interesado en la religión católica. “Estar unido a Jesús: ese es mi plan de vida”, escribió, según se lee en el sitio web dedicado a su figura.
Desde ahí, se lo tomó muy en serio. Tanto que empezó a ir todos los días a misa en la iglesia que quedaba justo frente a su escuela. Para él, la misa era su “autopista al cielo”. Esa fé tan genuina incluso inspiró a sus papás a volver al catolicismo, y hasta una niñera hindú que trabajaba en su casa terminó convirtiéndose en católica por la fuerza de su ejemplo.
Carlo no era del tipo que se quedaba callado. Si veía injusticias, salía a defender a quien fuera, sin importar si se trataba de compañeros molestando a otros o chicos con discapacidad. Defendía sus creencias en cualquier escenario, incluso con sus propios compañeros.
Pero lo suyo no era solo rezar: le encantaban los videojuegos, los superhéroes, el deporte… y sobre todo, la informática. Se volvió un genio autodidacta: aprendió programación y diseño web en plena adolescencia. Usó esas habilidades para ayudar a su parroquia y, sobre todo, para armar “La lista de los milagros”, una web donde recopilaba milagros eucarísticos de todo el mundo. Hoy ese proyecto sigue vivo, se tradujo a 19 idiomas y ha recorrido distintos países.
Por todo esto, el ya difunto Papa Francisco lo apodó “el influencer de Dios”. No era un santo “de estampita”, sino un chico con jeans, zapatillas y computadora, alguien con quien los jóvenes podían sentirse identificados. Por eso, es considerado patrono de los jóvenes y la informática.
En 2006, la vida de Carlo dio un giro inesperado. Le diagnosticaron leucemia mieloide aguda M3, una enfermedad muy agresiva. Falleció en Monza, con apenas 15 años, pocos días después de recibir el diagnóstico. Lo sorprendente es que no se desesperó; al contrario, llegó a decir: “Estoy contento de morir porque he vivido mi vida sin malgastar ni un solo minuto de ella en cosas que no le gustan a Dios”. Fue enterrado en Asís, ciudad que adoraba.
El primer milagro atribuido a él ocurrió en Brasil: un niño con un problema congénito que no le permitía comer se curó después de que su mamá rezara pidiendo la intercesión de Carlo. Por esto, fue beatificado en 2020.
El segundo milagro investigado es el de una joven de Costa Rica que sufrió un fuerte golpe en la cabeza tras caerse de su bicicleta en Florencia. Su madre rezó en la tumba de Carlo en Asís, y poco después la chica se recuperó de manera sorprendente.
Doce años después de su muerte, el cuerpo de Carlo fue exhumado. Hoy descansa en un sarcófago de vidrio en la iglesia de Santa Maria Maggiore en Asís, con una figura de cera que lo representa. Además, un fragmento de su corazón fue tomado como reliquia y viaja por distintas iglesias del mundo.
El uso positivo de la tecnología fue una de las claves para que en 2018 el Papa iniciara su proceso hacia los altares. Como él mismo escribió en 2019: “El mundo digital puede llevarte a encerrarte en vos mismo, a quedarte solo o a buscar solo distracciones sin sentido. Pero también hay chicos que usan ese espacio con mucha creatividad y hasta de manera brillante. Eso fue lo que hizo el joven Carlo Acutis. Él fue capaz de usar las nuevas técnicas de comunicación para transmitir el Evangelio, para comunicar valores y belleza”.
También, Acutis tuvo frases muy famosas que permanecen al día de hoy, y éstas son algunas:
-“Todos nacen originales, pero muchos mueren como fotocopias.”
-“La Eucaristía es mi autopista hacia el cielo.”
-“La tristeza es mirar hacia uno mismo, la felicidad es mirar hacia Dios.”