
El espejo
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Seguimos difundiendo a escritorxs jóvenes de Misiones. Hoy, Elijah Mourelos, desde San Ignacio:
El espejo
Me encontré mirando ofertas de casas por internet, luego de un largo tiempo ubiqué la que parecía ser la indicada.
Era una pequeña, pero acogedora casa, estaba algo alejada, rodeada de un pequeño bosque donde posteriormente se encontraba la ruta, tenía únicamente una casa vecina. Me agradaba el hecho de alejarme de los insoportables ruidos de la ciudad, teniendo al fin paz y tranquilidad para mí mismo.
Me contacté con el vendedor por celular, luego de darme unos detalles más, me invitó a la casa para poder verla en persona y así poder coordinar los pagos.
Llamé a mi mamá con emoción, para contarle que finalmente había encontrado un lugar propio donde vivir, al fin dejaría atrás mi detestable departamento, me agobiaba el caso de tener que pagarle mensualmente el alquiler a aquel viejo insoportable.
Mi madre se notó un poco triste, ya que ese lugar se encontraba un poco alejado de la ciudad, pero ni siquiera era tanto, como máximo 30 minutos, ella sólo es algo exagerada.
Con el señor que me había atendido antes, coordinamos que nos encontraríamos al día siguiente, yo me encontraba tan emocionado y a la vez nervioso, tal como una quinceañera antes de presentarse en su fiesta frente a toda su familia y amigos.
Me la pasé todo el día creando escenarios en mi mente de cómo sería vivir en ese lugar, donde seguramente reinaba el silencio, a diferencia de mi actual hogar, donde casi diariamente me despertaba por las peleas de los inquilinos que se encontraban en el piso de arriba, a decir verdad eran bastante insoportables.
Ya eran las 22:00 hs, por lo cual empecé a alistarme para dormir, ya que al día siguiente debería levantarme temprano para ver mi posible nuevo domicilio.
El sueño costó en llegar, dadas las ansias que tenía en ese momento, pero finalmente logré conciliarlo.
Finalmente el día llego, partí rumbo a la cabaña donde probablemente me quedaría, charlé con el señor que la vendía, me explicó algunas cuestiones y a fin de cuentas llegamos a un acuerdo.
La casa era hermosa, algo antigua, pero de todas maneras tenía su toque, era pequeña pero para mí, que viviría sólo venía perfecta, tenía un gran espejo que se encontraba cubierto por unas sabanas blancas, que según decía quien me vendía la propiedad, era para que no se estropeara.
Rápidamente volví a mi apartamento a juntar las pocas cosas que eran de mi pertenencia, no precisé de un camión de mudanzas.
Con ayuda de algunos amigos juntamos todo en sus autos y en el mío, para al fin y al cabo completar mi mudanza.
Me ayudaron a ordenarlo todo, y cuando terminamos pedimos algo para comer, para festejar mi nueva adquisición.
Tras terminar de compartir todo, cada uno partió rumbo a sus respectivos hogares, por lo cual me quedé sólo, puse música clásica a muy bajo volumen y me esmeré en terminar de leer mi libro.
Una media hora más tarde escuché unos golpecitos en lo que parecía ser ventana, me levanté para ver de qué se trataba, mientras caminaba se me ocurría que tal vez se trataba de alguno de mis compadres que habían olvidado algo, o el hombre que me vendió la casa, que quería aclarar alguna cuestión que se le haya olvidado mencionar.
Me llevé una sorpresa al ver que afuera no había nadie, pero mi asombro más grande fue que, al entrar de nuevo, volví a escuchar los golpes, pero esta vez en aquel espeluznante espejo.
Podes buscarlx como Elijah Mourelos Instagram: @Piszdets Twitter: @Ridkiy