Dos tipos que te dejan pensando
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Dos grandes pensadores de nuestra época llegaron nuevamente a Misiones, para dejarnos a todos con la cabeza dada vuelta.
El historiador Felipe Pigna y el Filósofo Darío Z, dieron una charla al público en general y a miles de adolescentes, que acompañados por sus profes los escucharon muy concentrados durante dos horas.
La pasión por la pregunta es lo que los convoca y en esta ocasión disertaron sobre la verdad, la educación y la sexualidad.
Con el lenguaje distendido e informal que lo caracteriza, Darío nos incentivó a repensar, romper las estructuras y Felipe nos decía que la Historia hace preguntas incómodas (“dónde están”), la historia interpela, la historia está en crisis. Hay cosas que no nos cuentan, porque no le conviene al discurso de poder. Alguien tiene que contar la historia de los vencidos. Dialogando de lo más tranqui, decían que la verdad es cuestionable, no nos ponemos todos de acuerdo. La objetividad no existe. Estamos frente a la posverdad.
Uno de los momentos más importantes de la amena disertación fue cuando Darío Z le pregunta a Pigna haciéndose el ingenuo: ¿Por qué a los chicos de las escuelas primarias no se les puede contar la verdad de la historia? Y Felipe dice que hay una infantilización de la historia, se adapta la historia para la niñez, como si el chico no pudiera entender. Naruto y Pokemón les interesa, y no les interesa lo que les ofrece la escuela, se cuenta como si los próceres fueran los chicos superpoderosos, se quiere evitar el conflicto y los chicos ven peleas y son capaces de memorizar 600 personajes en japonés! Los chicos andan todavía con el corcho quemado en los actos. Y se entiende que cuando se quiere contar la historia verdadera, se está haciendo política, como si desde 1810 no se estuviera haciendo política con esta forma de construir el relato. Esto después queda encerrado en la primaria y trae graves consecuencias en la vida adulta. Para generar interés en la materia habría que investigar sobre lo que ocurrió el día que nació el alumno, escuchar las distintas versiones de los padres, ver esa confrontación de ideas sobre las fuentes de verdad. Entrevistar a los abuelos. (*Prisma sabe que se da “Efemérides” como materia en las escuelas primarias, como trabajos prácticos y que los alumnos las escuchan y repiten de memoria sin encontrarle el sentido. OMG!!!)
El aula tiene que ser un lugar de conflicto, sino sería una fábrica. Los docentes quieren formar: (¿los niños vienen deformes? Se quiere imprimir una forma. Se habla de escuela “normal” Adolescente- alumno- infancia y todos estos significados tienen connotaciones cuestionables, porque adolescentes, que adolece, alumno “sin luz”, infancia “sin voz”, se dicen los pensadores, sobre la etimología de las palabras) Rematan este momento sublime diciendo que “hoy cualquier alumno en el aula sabe más que el docente,” no de contenido. Pero que, con Google, donde tienen a disposición la memoria universal y colectiva, el chico tiene acceso a cualquier tipo de información. “Tal vez el aula tradicional ha muerto”. Esto genera una transformación. El contenido fluye. Eduquemos con criterios. Importa que pase algo, que se provoquen experiencias existenciales, que algo se mueva, que haya crisis, donde se sienta que reflexionaron y no que repitieron. Que se planteen: ¿tan seguros están de que no hay algo más?
El poder tiene en claro el rol de la educación. Por eso la lectoescritura estuvo relegada mucho tiempo. La mujer antes no tenía acceso a la lectura porque los censores decían que tenía que concentrarse en criar a los hijos y si leía iba a leer pornografía; y si escribía, iba a escribir cartas de amor. La mujer fue dejada de lado en muchas páginas de la historia: la mujer era la gloria del hombre y debía ser sumisa, se tenía que esconder, cubrir el rostro, ser la perfecta casada, la “boluda total”. La sociedad patriarcal y su poder sobre los discursos…
Fue así como una mañana de agosto tuvimos una clase donde los *profes de Historia y Filosofía, articuladamente, nos enseñaron mucho más de lo que imaginábamos. Pasaron Platón, Aristóteles, Belgrano, San Martín, Sarmiento, los cronistas de indias, Nietzche, Heidegger, Foucault, Rorty hasta Paul B Preciado. Nos dejaron la cabeza con millones de preguntas y nos quedamos con las ganas ¿habrá algo más?…