
Los docentes se expresan II
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Y Prisma ya se convirtió en este hermoso “Congreso pedagógico virtual” donde docentes de todas partes hablan de educación y de cómo es esta experiencia inesperada del 2020.
Hoy te dejamos un texto escrito por la profe de Letras, (parece que los de Letras son los que más se animan a escribir, o a opinar) que plasma su hermosa experiencia con el trabajo virtual:
“El jueves 12 de marzo nos enteramos que todo se detenía por una pandemia y no regresaríamos a las aulas ¡Qué sopapo!
Al no saber qué hacer, tejimos los primeros hilos de la conectividad y armamos grupos de Whatsapp con la gurisada estudiantil y, Facebook de por medio, logramos rastrear a quienes no se podía encontrar pero, lista mediante e invasión lindante, pudimos hacerlo.
¡La pucha! Mil preguntas comenzaron a surgir
¿Estarán todos en los grupos? ¿Podrán o podremos aprender algo desde ahí? ¿Y los que no tienen conectividad? ¿Y los que la tienen de “a ratos”? ¿Tendrán sentido las tediosas fechas de entrega? ¿Cómo dar clases así? ¿Qué pasará con la bendita planificación anual? ¿Recibiré mensajes las 24 horas del día? ¿Serán posibles las clases on-line para todo el claustro estudiantil?
¡Qué mejunje!
Entonces, el lunes 16 de marzo, cual Juana Azurduy, decidí enfrentar las adversidades y arriesgué. Me tiré a la pileta y, luego de hablar con ellos, envié las primeras lecturas en PDF porque es el formato al que más celulares tienen acceso y las reconocidas capturas de pantalla que me sugirieron ya que no necesitaban muchos datos para descargar las imágenes.
Afortunadamente, la mayoría tenía un celular que safaba (como dicen) porque, en algún momento, podían descargar los textos con el Wi-Fi de algún vecino y otros ocuparían celulares de familiares cercanos.
Todo marchaba “viento en popa” y, días después, las primeras producciones comenzaron a llegar. Entendí que no era tiempo de teorías estrictas ni estructuras absurdas y por eso pude colar textos cuya profundidad logre despertar a los corazones más entristecidos y acompañe con abrazo solidario a quienes estaban más angustiados.
Leímos fragmentos de Bodoc, Bornemann, Basch, Galeano, Cortázar, Sacheri, Piñeiro, Bombara y Comino. Supe que muchas de esas lecturas eran compartidas en la casa y recibí más abrazos de los que regalé pues, no sólo mi gurisada me escribía sobre lo compartido sino también padres, abuelos, tíos y hermanos.
En ese momento, me detuve, volví a mirar y pensé ¿Esta calidez la sentía en el aula tan de cerca? ¿Acaso alguna vez un familiar de un estudiante me había dicho que se emocionó con alguna de las obras que ofrecía en el aula?
En unos días había recibido más “Gracias Profe” con un corazoncito al lado que en mis diez años de ejercicio docente, los “Que tenga buen finde, profe. Cuidese y no salga que es jodido el virus” fueron mucho más que las despedidas mal dadas ante la locura del timbre de salida.
Y… ¡Sí! Hay de todo en la viña del Señor. Familiares intensos hasta el hartazgo, algunos estudiantes sin ganas de nada, directivos que no sabían qué rumbo tomar porque estaban temerosos como todos, colegas frustrados porque no podíamos manejar los tiempos, mensajes a cualquier hora y mucho más.
Pero decidí quedarme con lo más lindo porque…
Antes de la pandemia, había un poco de eso y de todo pero la fugacidad del Sr. Tiempo no me permitía reparar mucho en ello.
Antes de la pandemia, los abrazos a distancia no tenían esa calidez.
Antes de la pandemia, no hacía videos explicativos ni enviaba audios leyendo cuentos o, simplemente, saludando.
Antes de la pandemia, las clases “copadas” y las actividades divertidas eran interrumpidas por las estructuras, la burocracia y el mboyeré de esos días pero, ahora, una pista interesante puede sembrar poesías, cuentos y obras de títeres cuyo valor se duplica en estos tiempos.
Antes de la pandemia, la confianza mutua tardaba en instalarse y hacer ecos pero, hoy, con un sencillo audio afectuoso podemos compartir dudas, inquietudes y ánimos para seguir.
Hoy, más que antes, tratamos de destapar la desigualdad para descubrir cómo ayudar.
Hoy, más que antes, la búsqueda de material breve, preciso e interesante, invita a ponernos en el lugar del Otro.
Hoy, más que antes, nos reinventamos y le ponemos onda, jugamos, nos disfrazamos, escribimos poesías y hacemos collages, patinamos lo interdisciplinario y construimos itinerarios, armamos un laboratorio en ese rinconcito que tenemos, el arte se vuelve un gran aliado y la figura del héroe no conoce de clases sociales sino de corazones que desean ser escuchados.
Hoy, más que nunca, somos ese audio esperanzador y esa fotocopia que intenta llegar cuando no hay conectividad.
Hoy, más que nunca, desechamos los reprobados e incompletos y ponemos en valor las ganas de aprender con muchas Felicitaciones por doquier.
Hoy, más que nunca, somos ese abrazo que falta ante la perdida y la desesperanza.
Hoy, más que nunca, somos las respuestas a sus dudas y ese acompañamiento ante tanta desidia.
Claro que se extraña la profundidad de una mirada y la risa pícara, la palmada en la espalda y ese territorio insustituible que es la escuela.
Claro que se extraña la inmediatez del intercambio, los pedidos para ir al baño y ese “Profe explique de nuevo” pero bueno… Hoy nos toca ser docentes en tiempos de crisis vestidas de múltiples formas y no nos queda otra que seguir dándole la vuelta a todo esto porque, en el regreso, ojalá nada vuelva a ser igual.
Ojalá nadie quede afuera y podamos volver a pensar en las continuidades y rupturas, en las certezas e incertidumbres, en los errores y aciertos, en lo significativo y lo sinsentido pues, si no seguimos sembrando sueños y esperanzas de un mundo más justo y solidario ¿Quién lo hará?
Abrazo afectuoso a cada docente que lucha por seguir en pie, de parte de otra docente que todos los días trata de hacer lo mismo.”
Andrea Pereyra. La profe.
Muchas gracias Andrea! Saludos a esos alumnos y familias!