Resiliencia: La estimulación del niño para enfrentar desafíos.

Resiliencia: La estimulación del niño para enfrentar desafíos.

Te traemos una nueva nota del Forum de Infancias Misiones:

“RESILIENCIA: La estimulación del niño para enfrentar desafíos.”

(Por Nombre: CIANCIA TOLEDO, Celeste

MP: 317)

El concepto de resiliencia aflora recientemente desde la ingeniería- mecánica, y es entendido como la “capacidad que tienen ciertos materiales de recobrar la forma original con la que fueron moldeados, después de haber sido sometidos a una presión deformadora”; en psicología se inscribe como un proceso dinámico que tiene como resultado la adaptación positiva en contextos de adversidad.

El concepto de “resiliencia” esta estrechamente ligado al de “enfoque de riesgos”, incluso se lo puede considerar complementario, porque mientras este ultimo permite identificar aquellos indicadores o factores dañinos para una población, en este caso un niño o niña, para evitar que una situación se agrave o se perjudique; la integración terapéutica de la resiliencia ayuda a los mismos a identificar sus recursos, las fortalezas, las habilidades y las posibilidades que hay dentro y fuera de ellos, para que alcancen sus metas, superen sus dificultades y adquieran desarrollo.

Este modelo implica repensar a los niños y adolescentes, según manifiesta Wolin (1992), que asumen terapeutas, docentes y la familia, porque pasa a correr el foco de la disfuncionalidad, es decir, lo que ese niño o niña no puede realizar, a centrar su atención a identificar y fortalecer, afirmar los “factores protectores”, aquellos que convierten un límite en un desafío. La diferencia de este modelo, se encuentra en la perspectiva que tenemos de la infancia, entendiendo que podemos reconocer la capacidad que tiene ese niño o niña de impulsarse a sí mismo, y convierte a ese maestro, profesional o adulto significativo que interviene, en un “apoyo o compañía eficaz” en su propia valía por salir adelante. Se trata de motivarlos a crear un espacio terapéutico construido bilateralmente, integrado, en donde ambos puedan concretar esa identificación de oportunidades, alternativas de acción y resolución.

¿Si nos preguntásemos qué ámbitos son generadores de Resiliencia para un niño? La primera respuesta seria las redes sociales informales, que brindan aceptación incondicional. Son las redes primarias: familiares directos, madre – padre; cuando se presenta una persona, “una sola” que brinda amor incondicional, que lo acepta como persona con sus limitaciones y fortalezas, se encuentre disponible para ese niño, sin juzgar y sin expectativas. Es necesario tener en cuenta que esto no implica aceptar que repita o realice conductas perjudiciales-nocivas, para él o para otros a su alrededor, porque esto no implica aceptación sino indiferencia.

El trasfondo de esta visión, se asienta en el concepto de integridad, la forma en que pensamos – percibimos a nuestros niños y niñas, determina la crianza, la educación, los cuidados y las resoluciones que tomemos en el camino de su infancia.

Algunas de las características que debemos fomentar son relaciones de confianza y amor incondicional, promover de algún modo un equilibrio entre las demandas y responsabilidades parentales, apoyar activos esfuerzos de superación en los niños, fomentar la flexibilidad de los cuidadores, puesto que esto permite mantener una comunicación abierta, en donde los niños puedan expresar lo que sienten: temores, tristezas, y preocupaciones.

Un “ambiente resiliente” estimulará a enfrentar las emociones no negarlas, pues al negarlas no las elimina. Darse tiempo, si bien es real que expresar permite elaborar las situaciones, los niños como los adultos tienen “un tiempo”, pues estas acciones necesitan de un proceso y este es individual- único. ¿Qué se debe evitar? La sobreprotección, orientada en este caso a mantener la dependencia del niño; el rechazo entre las limitaciones del niño real y el fantaseado en la concepción; la vergüenza ante lo que un niño pueda o no realizar en adecuación a un estándar; y la culpa frente a un niño con supuestas disfuncionalidades, diferencias, problemas y/o incluso patología.

¿Qué objetivos podemos plantearnos en el camino hacia la estimulación de resiliencia en los niños? En principio impulsar a los adultos que cuidan niños para que puedan identificar y percibir su estado emocional, sus necesidades, y ajustar las acciones de cuidado a las iniciativas de ellos. Promover de esta forma una comunicación sensible y asertiva entre ese adulto y ese niño/a, poner limites que permitan construir y no minar la relación vincular, respetar los espacios individuales y los compartidos.

El ambiente es decisivo para la resiliencia en la infancia por dos motivos; el primero determinará en que medida ese niño/a enfrenta la vida, encuentra herramientas para resolver dificultades y, en segundo lugar, establecerá que rol asumir frente a lo predeterminado. Distinto a los factores protectores son los factores de resiliencia, estos son todas aquellas condiciones que favorecen el desarrollo, son acciones de promoción dentro de las que se encuentran el apego seguro, el amor incondicional, el protagonismo personal, las expresiones asertivas y de cariño en relación a las redes de apoyo, los espacios seguros de desarrollo y las políticas sociales que prioricen la infancia entre su agenda de Estado.

 

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