7 hábitos de escuelas altamente creativas
La actual sociedad, las propias familias, muchos grupos sociales, ciertos valores de moda o la ausencia de otros imprescindibles ya en desuso… Todo ello está matando, o más bien coartando, muchas de las habilidades imprescindibles para desenvolvernos con fluidez, comodidad y éxito en esta nueva era del conocimiento compartido. Destrezas tales como el espíritu crítico, la capacidad emprendedora, trabajar en equipo, comunicarnos o entender lo que nos comunican, la empatía, etc., están viéndose claramente olvidadas.
Las principales causas por las que el actual sistema educativo es absolutamente contrario a los procesos de aprendizaje que favorecen y alimentan la capacidad creativa de niños y jóvenes, siendo esta la habilidad más demandada en una sociedad hiperconectada que avanza, cambia y crece de manera exponencial. Y en la que sólo aquellos que estén preparados y sean lo suficientemente flexibles, creativos y proactivos para adaptarse (o incluso anticiparse) a los procesos de “cambio constante”, podrán sobrevivir y triunfar.
Estos son los 7 hábitos que caracterizan a las escuelas creativas, y que gran parte de nuestras escuelas no cumplen:
1.- Celebran y recompensan los logros colectivos
Lamentablemente, la gran mayoría de nuestras escuelas recompensan y celebran los logros individuales, esos que son más fácilmente evaluables. Pero los procesos creativos son un “deporte” de equipo, en los que la colaboración y la cooperación entre las personas son básicas.
2.- El objetivo de su formación no está en la especialización
En muchos de nuestros colegios siguen educando dentro de la especialización en líneas académicas estancas: lengua, tecnología, matemáticas… Pero la creatividad y la innovación se basa en la interdisciplinaridad y en el aprendizaje basado en proyectos que ya han ido incorporando algunas escuelas.
3.- Favorecen la asunción de riesgos y valoran el fracaso como parte del aprendizaje y de la autoestima.
Aquellas escuelas que han aceptado e incorporado esta premisa como base de todo aprendizaje, están favoreciendo enormemente las capacidades creativas de alumnos y profesores. En educación, como en ciencia, no cabe duda de que el principal medio para el aprendizaje es el fallo y no el acierto.
Pero evidentemente, los fallos o fracasos son dolorosos, e intentamos constantemente proteger del dolor a niños y jóvenes, tanto en la escuela como en casa. Vivimos en una sociedad hiperprotectora llena de padres superprotectores que quieren hijos perfectos que no cometan errores, que no saquen malas notas que puedan, en definitiva, afectar a su futuro “laboral”. Superar un fallo o recuperarnos de un fracaso es la base de la propia autoestima y del aprendizaje.
Si a los alumnos les damos la confianza para poder equivocarse o fallar sin penalizarlo, les estamos empoderando para no tener miedo a probar nuevas ideas y experiencias, fuente de toda originalidad, creatividad y principio básico de la innovación.
4.- Promueven la creación de conocimiento y el espíritu crítico
En nuestras escuelas, los alumnos se sientan diariamente y reciben un constante e intenso bombardeo de información ya diagramada y organizada para ‘facilitarles y acelerar su aprendizaje’.
Sin embargo, encontramos escuelas donde no se consume conocimiento de forma pasiva, sino que se crea conocimiento de forma proactiva y participativa. Escuelas donde los alumnos crean productos reales para personas reales que no se conforman con lo que les dan ya digerido. Escuelas que basan su aprendizaje en el “learning by doing (aprender haciendo o creando)”, en el “aprendizaje basado en proyectos (ABP)” o el “problem based learning (PBL)”.
Es en estas escuelas donde realmente se estimula, junto con la creatividad, otra de las habilidades necesarias para trabajar, aprender y ser ciudadano del siglo XXI: la capacidad crítica. Los estudiantes, es este proceso de creación y “learning by doing”, aprenden a hacer buenas preguntas y la pasan mucho mejor sin sentirse unos zombies en la escuela.
5.- Cuentan con incentivos intrínsecos para el aprendizaje
Las escuelas que fomentan una formación creativa, basan su educación en la motivación intrínseca, aquella que verdaderamente no impulsa a crear e innovar. Intrínseca es la motivación que nos hace perseguir un propósito, la que nos impulsa a ser mejores, a crecer, a ayudar a los demás y, en definitiva, a imaginar o querer crear un mundo mejor.
6.- Potencian las disciplinas relacionadas con el arte y las humanidades
Resulta sorprendente como mientras en el sistema educativo se están reduciendo drásticamente las horas de clases de arte y humanidades (filosofía, música, plástica), en la innovadora y tecnológica universidad americana del MIT (Massachusetts Institute of Technology)los alumnos están obligados a dedicar al menos el 25% de sus horas lectivas a asignaturas tales como música, literatura, plástica o historia.
Distintas investigaciones científicas como la desarrollada por el profesor Elliot W. Eisner de la Universidad de Stanford o las teorías de las inteligencias múltiples de Howard Gardner demuestran que el estudio de las artes potencia en niños y jóvenes una sensibilidad que les permite desarrollar una ética muy sólida, a la vez que les estimula y potencia otras series de destrezas y habilidades básicas para la fluir con éxito en esta sociedad del conocimiento compartido:
- Permite concentrar la atención, profundizando en su interioridad.
- Fomenta la perseverancia y capacita para afrontar lo inesperado
- Muestra múltiples perspectivas para tener diferentes aproximaciones del mundo que les rodea.
- Evidencia que las ideas se pueden convertir en realidad a través del emprendimiento.
- Aprenden a expresarse y a comunicar sin necesidad de palabras.
- Enseña a tener buen juicio sobre las relaciones cualitativas.
- Demuestra que no hay soluciones únicas para los problemas sino múltiples respuestas.
- Facilita el aprendizaje de las habilidades individuales y las cooperativas, aumentando la confianza en sí mismo y favoreciendo el trabajo en equipo.
- Desarrolla las habilidades creativas.
- Fomenta la tolerancia y la apertura de miras.
7.- Poseen espacios flexibles, alegres y creativos que estimulan la imaginación
Es evidente que el espacio es un elemento más de la actividad docente, el llamado tercer profesor. El ambiente del centro y del aula constituye un instrumento imprescindible para el aprendizaje de las habilidades creativas.
¿Es posible que la arquitectura de los colegios no responda hoy a lo que de verdad requiere el proceso cognitivo y emocional para aprender y memorizar acorde a los códigos del cerebro humano, y sean, además, potenciadores de agresión, insatisfacción y depresión?.
Necesitamos configurar ámbitos versátiles, dinámicos, divertidos, alegres y frescos que estimulen nuestra imaginación y creatividad, y que nos permitan desarrollar adecuadamente las nuevas dinámicas de aprendizaje tales como las inteligencias múltiples, flipped classroom, trabajo cooperativo, actividades maker o de networking-coworking con padres.
Una última reflexión:
No deberíamos olvidar que, si nos lo proponemos, cualquier espacio puede llegar a ser un lugar óptimo para la creatividad y la innovación abierta.