
Autores misioneros: Gonzalo Herrera
Continuamos difundiendo autores misioneros. Seguimos con “El vaso” de Gonzalo Herrera.
(Fragmento anterior https://prismadigital.com.ar/escritores/segui-leyendo-literatura-de-misiones/)
El Vaso (2° fragmento)
En tanto, cerca de ahí, en el cine de la familia Savron, finalizaba la película.
Mirtha, la hija de la dueña del almacén donde se surte la esposa de Argüelles y que había asistido a la función, al pasar frente al hotel, le comenta a su esposo:
-Mirá, Juan, qué raro… el móvil de la radio, doña Tati dijo que su marido se iba por tres días al Chocón de ayudante de una periodista de Buenos Aires…
-Y buen… habrá venido por algo…
-¿A esta hora?
Hacemos aquí un alto en el relato para meternos en el entorno familiar de doña Chicha Royano, propietaria de la despensa a que hicimos referencia.
Desde Libertad, conurbano bonaerense, había llegado su hermano Jorge.
Él y los cinco hijos habían sido abandonados por su esposa. Se comentaba en aquel barrio, que la señora “levantó vuelo” siguiendo a un “gavión” que no hacía mucho, venía rondando la casa.
Como el hombre debe salir a trabajar, deja los chicos, algunos con su hermana; otros en casa de Carlos, hermano de Mirtha. Había que conseguirle una niñera de “tiempo completo”
A la mañana siguiente, Mirtha fue temprano a lo de su madre. Compartió con ella el mate y la primicia de un posible “fato” de Argüelles con la periodista recién llegada. Ahí comenzaron a urdir la trama.
Aguardaron a Tati, que, de un momento a otro, vendría por la provista.
No tardó en llegar. Cuando terminó con el pedido, Mirtha preguntó a la señora si estaba apurada.
-No, si voy a estar sola hasta el sábado.
-Buen, la invito a dar un paseo, de paso quiero mostrarle algo, -Tati comenzó a sentir el escozor de la curiosidad.
-Don Rivas, deme las llaves de la efe cien, por favor, -pidió a su padrastro.
A marcha normal iban por Avenida Argentina y al pasar por el hotel, no vio el auto de prensa en el lugar de la noche anterior. No se rindió y ahí se detuvo.
-Venga, déjeme hablar a mí, -encaró al recepcionista- buenos días, somos familiares del señor Argüelles y nos dijo que aquí se le podía ver.
-Ah, sí, el señor Argüelles y señora salieron temprano, -Tati palideció al escuchar al conserje- dejaron dicho que van a estar toda la mañana en las oficinas de Hidronor.
-Muchas gracias, buenos días, -se retiraron- ¿quiere que vayamos hasta Hidronor?
-No, con esto ya fue bastante, -dijo Tati muy apenada.
Mirtha no pudo evitar una leve sonrisa de satisfacción y puso primera.
Dejó a la señora en su casa. La primera fase del plan, tal vez la más importante, se había ejecutado exitosamente. Jorge debía hacer el resto.
Oficiar de “gavión”, aprovechando el despecho de la señora de Argüelles.
Conseguían así, quien le cuide los chicos. De aquí en más.
El hombre vivía en un rancho de adobe, primera vivienda de doña Chicha cuando llegó desde Mendoza y no muy lejos de lo de Argüelles. Tal vez, demasiado cerca.
Sábado. Helena Lakatos regresa a Buenos Aires, llevando su trabajo de investigación.
En el aerobar compartían el café, aguardando la hora del vuelo.
-Esperame, Amor, ya vuelvo, se dirigió ella al sector comercial del aeropuerto. Volvió minutos después con un paquete como de regalo.
-Es para vos, no sabía qué dejarte de recuerdo.
-Mi vida, ¿te parece poco estos días felices…? -retiró el papel floreado, dejando a la vista un vaso más ornamental, que para bebida. Era como de whisky por su forma y tamaño; de cristal verde suave y con un detalle que lo hacía especial, cerca de la base, tenía un notable relieve imitando un sello de lacre, con una heráldica flor de lis en el centro. Gustavo no dejaba de admirar y agradecer con besos el obsequio de Helena.
Desde los altavoces pedían a los pasajeros abordar el avión. Se despidieron con el mismo apasionado abrazo del reencuentro.
Llevó el móvil a la emisora. Entregó las llaves y comprobantes de gastos.
-Vuelvo para el informativo, hasta luego.
Llegó a la casa y encontró a su esposa llorando.
-¿Qué te pasa??
-Nada…
-¿Por nada estás llorando como si hubiera muerto alguien?? ¡Decime, por favor, qué te pasa!!
-Nada…
-Bien, allá vos. Si es que hay algo, como y me voy, -se fue sin comer.
En los días que siguieron, ciertos detalles anunciaban a Gustavo el final que se veía venir.
Una tarde, encontró una nota de Tati, avisándole que doña Chicha estaba enferma y la había llamado. No veía porqué, teniendo cerca a sus hijos, la molestaba a ella.
Allá fue, viendo que el aspecto de la señora no mostraba ser de gravedad.
También estaba Jorge. Esto se repitió como rutina, Jorge, presente como siempre. Ya no era “por enfermedad”. Con cualquier excusa, doña Chicha mandaba buscar a Tati. El verdadero motivo, era acercarle a Jorge, el “gavión”, a una muy apenada Tati.
La ruptura no se hizo esperar. Después de una agria discusión de pareja, ella le hizo saber a Gustavo su decisión de marcharse con Jorge.
-Dale. Y yo me voy con la periodista de Buenos Aires, tiempo más o menos… así que podés irte tranquila. ¡Bueno, andate de una vez!! y dale nuestro agradecimiento a Jorge.
No le importó la actitud asumida por Tati. Aún sentía a Helena en su piel.
(Continuará)
Gonzalo Herrera