
Más allá de la pantalla
Mas allá de la pantalla; Pandemia, virtualidad y subjetividad.
A modo de realizar un leve acercamiento al escenario de la educación escolar Argentina en proceso de pandemia y aproximarnos al conocimiento del impacto que ha tenido en su población las diferentes adaptaciones que refieren al aislamiento y la virtualidad. Partimos de un informe ofrecido por la Agencia Nacional de Noticias Télam, sobre la continuidad pedagógica en proceso de pandemia. La cual establece que 65% de los alumnos de nivel primario que asisten a escuelas privadas se encuentra en condiciones óptimas de conectividad, frente a un 38% de las escuelas estatales que sólo logra conectarse a través del celular, valor que en el sector privado es de 8%.
En tanto, el 25% de los hogares no tiene acceso fijo a Internet y un tercio de ellos donde viven niñas, niños y adolescentes que cursan en escuelas públicas primarias y secundarias carecen de recursos para la continuidad pedagógica.
En la misma línea, Vanesa D´Alessandre, investigadora asociada del programa Educación del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CiPPEC). Resalta en una publicación que, en la Argentina, el 37 % de adolescentes no tiene dispositivos digitales, el 18 % no tiene acceso a internet, y la mitad de las conexiones no permiten intercambio sincrónico (zoom, meet).
Al observar algunos de los datos aquí ofrecidos, queda en evidencia que el pensamiento de que la pandemia afecta a todos por igual, no tiene un verdadero sustento.
Al acercar la lupa, observamos que las biografías de nuestros niños y jóvenes varían según sus orígenes y sus posibilidades de inserción social. A esto deben agregarse las variables relacionadas con el tipo de vivienda de la familia. Si hay energía eléctrica continua o sólo por períodos, si la vivienda tiene iluminación, si hay espacios comunes que puedan utilizarse para que los niños puedan concentrarse y aprender o si hay hacinamiento, entre otros. Además de que no todos los jóvenes tienen acceso y dominio de las nuevas tecnologías. Pero, aun así, las condiciones de la época los atraviesan a todos, sin importar sus bases socioeconómicos.
Es por ello, que puede sostenerse que, en este contexto de aislamiento social, las condiciones no estarían dadas como para ejercer los derechos educativos de un sector significativo de la población.
Este proceso ahonda la necesidad de una reflexión sobre la importancia de comprender los procesos educativos desde una perspectiva integral, que permita contemplar las diversas realidades de las cuales forman parte nuestros niños y jóvenes, y de como estas bases influyen en sus procesos de aprendizaje y los accesos a la misma. Además de pensar sobre las nociones de democratizar los recursos tecnológicos como derechos básicos de la población.
Debemos partir del hecho de que la transversalidad de la realidad tecnológica y digital, es algo que viene atravesando a esta generación hace ya varios años, influyendo fuertemente a la educación, que hoy por hoy, encuentra grandes dificultades para conciliar sus modos tradicionales de abordar el conocimiento, y la nueva ola que tiene que ver con la implementación de estos nuevos recursos tecnológicos e informáticos, que facilitan un caudal extenso de información solo con un clic.
Es una realidad que esta nueva ola de herramientas tecnológicas, ha configurado nuevas formas de relacionarnos, percibir, y dar sentido al mundo, siendo inevitable que poco a poco vaya trasformando aspectos de nuestra personalidad, y nuestro sentir. Y la forma en como estos avances nos transforman estará sumamente ligado a los recursos personales, sociales, económicos y culturales que tenemos a la hora de hacernos con dichas herramientas y como accedemos a ella.
Según una publicación de José Luis Córica, que es Magister en Enseñanza y Aprendizajes Abiertos y a Distancia y doctorante del programa de Innovación Curricular Tecnológica e Institucional, con vasta experiencia como consultor de programas de innovación tecnológica, habiendo participado en República Dominicana, México, Ecuador, Costa Rica y Argentina. Plantea que la inclusión digital, o el cierre de la brecha digital entre aquellos que acceden y no acceden a los medios, es solo a través de garantizar la conectividad y el acceso a internet. Sin embargo, es claro que no todos acceden a los mismos contenidos ni realizan el mismo tipo de actividades, aun cuando se consolida la tendencia de que la conectividad sea universal y para todos.
Percibir a la brecha digital como la única base de la falta de inequidad en la población educativa, es aislarla de los múltiples motivos sociales, políticos y económicos que generan desigualdad en la población, que a la vez muestran sus desequilibrios también en la posibilidad de acceso a las producciones e información digital de calidad.
Está claro que la brecha digital ahonda la iniquidad. Pero es preciso comprender que la tenencia de una computadora por sí sola no la achica. Se tratará de acortar una brecha de entendimiento, de cómo comprendemos la utilidad y los beneficios de dichos soportes para el aprendizaje y el desarrollo intelectual, que podrá tener una resolución tecnológica, pero el acento debe ser puesto entonces en el potencial de estas diferencias de uso y aprovechamiento, a fin de aumentar aún más las capacidades, competencias, destrezas y habilidades, que redundarán sin dudarlo en mayores diferencias económicas y sociales.
Es decir que, para el citado investigador, es la diferencia en el uso que se hace de internet lo que mejor describirá la brecha entre los distintos grupos socioeconómicos antes que el acceso que tiende con el tiempo a ser universal.
Sabemos que Internet ofrece una variada cantidad de información que se encuentra esparcida por la red; la apropiación de esta información no es sencilla y los detalles acerca de su construcción y su validez tampoco. Sin orientación adecuada sobre el acceso a la tecnología, los individuos “permanecen conectados”, pero poseerá escasa capacidad de evaluar la confiabilidad de los datos y la validez de la información. La información no es sinónimo de conocimiento, aunque constituye su materia prima.
La inclusión de la tecnología, ya implica un gran desafío para los miembros del sistema educativo, mas aun para aquellas generaciones que no han crecido en relación constante con la misma, pero es de suma urgencia entender la complejidad de que toda esta vorágine siga sucediendo en paralelo a las aulas escolares, dado a la no problematización de los sistemas curriculares y abordajes teóricos desconectados de esta realidad que poco a poco se vuelven más ineficiente a la hora de construir las competencias necesarias para el desarrollo de los conocimientos, habilidades y destrezas en el presente siglo.
Esto trae grandes consecuencias a nivel social, dado que el caudal de información con el cual se ven empapados nuestros jóvenes con conectividad, y la falta de una orientación critica en el consumo de la misma, va estableciendo un patrón cognitivo que estará seducido abruptamente por la novedad. Y es allí donde los datos y la información pierden valor con rapidez. Ya que este interés en “la última novedad” se enfocará en lo anecdótico y no en lo importante. Progresivamente la falta de conocimiento y de nexo con su pasado, le conducira a un desinterés por el devenir histórico. No le interesara la historia “simplemente porque no le ve nada de actualidad”, denostando entonces sus raíces desconociendo sus tradiciones, imposibilitado de comprender de dónde viene para poder elegir hacia dónde va.
Sucede lo que el investigador José Luis Córica llama un anclaje cultural, la cual es resultado del accionar de los algoritmos de las diferentes páginas de buscadores en internet, al ofrecernos un margen de información relacionado a nuestras búsquedas usuales. Los márgenes de interés estarán ligados al capital cultural, que varía sus características según la posición económica y cultural de los usuarios. Si nuestra elección es sistemáticamente de contenidos de poco desarrollo intelectual y académicos, el buscador nos desplegará recursos de acuerdo a nuestro perfil de selección. Esto se comportará entonces como un ancla intelectual, orientando a quien elija usualmente dichas búsquedas a la pobreza de contenidos (más aún cuando internet es el medio de información más relevante de las nuevas generaciones), que redundará en una tendencia al estancamiento intelectual y por lo tanto en dificultad para la movilidad intelectual económica y social.
Es por ello que la única herramienta para movilizar intereses es incorporar en el menú de elecciones que realiza el estudiante en sus búsquedas de internet, contenidos de calidad que reflejen riqueza intelectual. Para ello es imprescindible que los docentes incorporemos a las redes sociales en los entornos virtuales.
Si los contenidos y recursos de las actividades de aprendizaje son buscados en internet por los estudiantes y seleccionados por éstos de entre los ofrecidos por el buscador (en lugar de ser dados o provistos por el docente), el buscador comienza a agregar al “conjunto de intereses del perfil del navegante” contenidos de relevancia intelectual. El buscador “aprende” que, para este estudiante, debe priorizar la calidad porque esos contenidos son del interés de ese individuo. Lo mismo ocurre con los contenidos alrededor de los cuales gira la interacción. Es imprescindible la incorporación de los debates y del análisis intelectual a la red social, no sólo por el efecto viral que tiene la publicación de contenidos relevantes sino porque al elevarse el nivel de intelectualidad del grupo de pertenencia del individuo en la red social, los resultados de las búsquedas tenderán también a mejorar en calidad.
Es preciso tomar conciencia de como este avance en el plano de la conectividad, es de gran influencia en la formación personal de nuestros jóvenes, a fin de que no siga siendo un proceso paralelo o externo en la realidad de los encuentros pedagógicos. Es un gran desafío el que deberán tomar los diversos sistemas educativos para garantizar un habitar óptimo e igualitario de estos nuevos espacios. A fin de seguir velando por la formación de personas criticas y con herramientas para ser ellos mismos formadores de nuevas realidades.
Bibliografía
Rascovan, S., Levy, D. y Korinfeld, D. Entre Adolescentes y Adultos en la Escuela. Puntuaciones de época. Editorial Paidós (2014)
José Luis Córica. Virtualidad y brecha digital de segundo nivel. La responsabilidad docente frente a la división de clases intelectuales. Revista Mexicana de bachillerato a distancia. (2014).
Roberto Emanuel Grismeyer
Psicopedagogo
(RIE)
Santiago Emanuel
Este artículo resulta de un valor sustancial en la medida en que este psicopedagogo se atreve a tomar la voz y nos envía a ese “saber hacer” de investigador in situ sobre las prácticas pedagógicas reales. Uno de sus aspectos más destacables es el hecho de poner en primer plano al “sujeto de aprendizaje”, pero no sujeto ideal, sino los actantes reales de un entramado social que está pasando por una crisis, donde se ponen en tensión algunas certezas con las que contábamos para movernos en el medio educativo.
Además, es destacable su hincapié en la flexibilidad y eclecticismo metodológico que precisamos los docentes al depararnos con esta nueva realidad, como así también con sus posibles nuevas contingencias. Su aporte nos ayuda a pensar a esos niños más allá que en términos de estadísticas al poner su impronta en el factor humano, las formas de significar durante esta cuarentena, de vivir y sentir.
De este modo, visualizamos una perspectiva emancipadora que se sustenta en la significatividad pedagógica y, por ende, da pie al lector docente a una inflexión sobre sus propias prácticas, el reconocimiento de tradiciones pedagógicas carentes de sentido, lo cual se conjuga a una contemplación de los tiempos de los sujetos con sus procesos cognitivos particulares.
En fin, llegamos a reconocer la necesidad de una alfabetización digital donde se entretejan maneras de interrelación con un otro que resulten movilizadoras, no solo respecto a las tecnologías, sino conjuntamente a esa red infinita de navegación llamada web. La necesidad de nuevas reglas del juego son evidentes, pero lo más importante es que no todos parten del mismo lugar a la hora de enfrentarse a la continuidad pedagógica en contexto de pandemia.
Atte. tu colega, amigo y fiel admirador, Prof. y Lic. en Letras Raasch.