
Sobre la ausencia de un papá…
Nos llega el último texto del año del Forum de Infancias de Misiones. Disfrútenlo.
Sobre la ausencia de un papá
“Me interesa abordar en este artículo una cuestión que aparece de modo recurrente en la tarea diaria que llevo a cabo en el abordaje de las violencias, específicamente de violencia de género y ASI (Abuso sexual en la infancia y la adolescencia).
El tema tiene que ver con las funciones parentales, en particular con la llamada función paterna, que luego me ocuparé de definir conceptualmente.
En principio voy a mencionar el tema que suelen plantear frecuentemente mujeres que sufren violencia de género y también aquellas que asisten por tener un hijo/a que ha sido víctima de ASI. En el intento de abordar algunas de estas problemáticas aparece como preocupación recurrente aquella referida a la “ausencia paterna”, es decir, que el padre (biológico o no), no participe de la crianza de los hijos, sea porque se encuentra cumpliendo una condena o porque alguna medida de protección (exclusión del hogar) se haya puesto en vigencia, por violencia de género.
En el caso de mujeres que sufren violencia de género, muchas de ellas refieren no querer hacer la denuncia contra su pareja “porque si va preso les quito el padre a mis hijos”, y este argumento (entre otras complejas causas) puede sostener a veces toda una vida de soportar violencia sistemática, hasta que algo hace detonar la decisión de denunciar. Llegado a este punto igual persiste la culpa o el pesar de que los hijos se criarán sin un padre, señalando esto como un factor de futuras carencias en el desarrollo de les niñes o adolescentes. Otras veces son la familia paterna o materna también, quienes acusan a la madre víctima de violencia de quitarles el padre a sus hijos por culpa de la denuncia. Es así como la víctima se vuelve victimaria tanto para el grupo familiar extenso como para la propia denunciante muchas veces, sintiendo que debe protegerse del agresor pero que en este mismo acto daña a sus hijos, haciendo esto más complejo el proceso de salida de un vínculo violento.
La preocupación por la “carencia” de un padre aparece también en situaciones de separaciones de parejas sin causal de violencia, así como también en las nuevas configuraciones familiares monoparentales, homoparentales, etc. Suele aparecer prejuicio o culpa por los daños que supuestamente acarrearía ser criado en una familia de características diferentes, donde faltaría la “figura materna” o la “figura paterna”. Ante estas situaciones aparecen también quienes señalan que puede haber un abuelo, un tío, un padrastro, etc. que supla esa falta y en ese caso las cosas no irían “tan mal”.
¿Qué podría andar mal en la crianza de un niño/a que, por variadas circunstancias, por ejemplo, como las que mencioné con anterioridad, no cuente con la presencia de un padre o de una madre? ¿Qué le va a faltar? Escucho frecuentemente, aún por parte de profesionales de diversos ámbitos: “le va a faltar la imagen paterna” “le va a faltar el amor de madre”, señalando cualquier problemática que pudiera presentar eventualmente el niño/a como “consecuencia” de esa ausencia o falta.
Voy a invertir entonces la pregunta acerca de lo que supuestamente le va a faltar y voy a proponer: ¿Qué necesita un niño/a para crecer? Necesita una familia.
Una familia es una estructura compleja que no puede ser reducida al hecho biológico. Está sujeta a las transformaciones socio históricas que producen modificaciones en la representación social acerca de los niños/as y las familias. Qué es un niño, una niña, un padre, una madre es producto de lo que cada sociedad determina como esperable para cada uno de estos sujetos o roles de acuerdo con las variables históricas y culturales. Y esto está en permanente modificación.
Ahora ¿qué es lo que no debería variar, o faltar en la crianza de un niño/a más allá de las transformaciones que atraviesen las configuraciones familiares y lo esperable de roles y/o funciones?
Silvia Bleichmar (2008) entiende a la familia fundamentalmente en términos de una “asimetría” que determina la responsabilidad del adulto con respecto al niño. Más allá de quienes integren el grupo familiar y el género de estos, el acento debe estar en la transmisión de la ley y la asunción de los roles esperados de protección y asimetría (basada en una diferencia de saber y no de poder). La función central de la familia sería entonces “la protección y cuidado de los más débiles para garantizarles un lugar en el mundo y un desarrollo que no los deje librados a la muerte física o simbólica” (2008, p. 127).
Tradicionalmente se hizo referencia a la función materna y paterna, pero en concepciones actuales se consideran dos funciones organizadoras básicas que desarrollan quienes se posicionen como figuras parentales: a) función de amparo y sostén, b) función simbólica de regulación e interdicción. Estas funciones las puede ejercer cualquier persona que tome a su cargo los cuidados del niño constituyendo un vínculo significativo para sí mismo y para el niño (Abelleira & Delucca, 2004; Rojas, 2007). La función de amparo y sostén remite a los cuidados esenciales de afecto y supervivencia, contribuyendo a la constitución del yo, y la función simbólica de regulación e interdicción se refiere a la función ordenadora de los vínculos intersubjetivos, y éste es un punto que me parece de importancia remarcar considerando la temática inicial del artículo.
La función simbólica permite diferenciar entre lo prohibido y lo permitido, la incorporación de pautas culturales y la ley, entre ellas la ley de prohibición del incesto. La renuncia pulsional al incesto y a la violencia física y psíquica sobre los hijos y conyugues (Gisela Untoiglich “En la infancia los diagnósticos se escriben con lápiz”) forma parte entonces de una de las funciones fundamentales que se debería garantizar en la crianza de un niño/a.
Cuando una mujer víctima de violencia por parte de su pareja, padre de sus hijos, realiza la denuncia, además de protegerse a sí misma está ejerciendo una de las funciones parentales básicas en la crianza de estos. Cuando un integrante de una familia denuncia maltrato o abuso sexual hacia alguno de sus integrantes niños o adolescentes, está ejerciendo una de las funciones parentales básicas en la crianza de sus hijos.
La estructura patriarcal y sus efectos en la concepción de familia están en revisión. No obstante, la escucha cotidiana indica que aún hay mucho camino por desandar.”
Referencias bibliográficas:
Aranda, Nancy. Familia y desarrollo infantil. Ficha de cátedra Psicología Evolutiva Niñez Cat 1. UBA. Bs As
Abelleira, H. & Delucca, N.(2004) Acerca de la familia. Buenos Aires, Ed.Lugar.
Bleichmar, S. (2008) Violencia social, violencia escolar: de la puesta de límites a la construcción de legalidades. Bs As. Noveduc.
Winnicott, D. (1984) La familia y la madurez emocional (1960) Bs As. Hormé
Untoiglich, Gisela Los diagnósticos se escriben con lápiz. Bs As. Noveduc
Rojas, M. (2007) Pensar las familias hoy: estar solo con otro. Revista Psicoanálisis e intersubjetividad N°2. Julio 2007.
Psicóloga Carolina Arias
MP 124
Especialista en abordaje familiar
Nos volveremos a encontrar en el 2022. Un fraterno abrazo a todo el equipo!